ADORACIÓN AL NIÑO JESÚS
Os adoro, amable Niño
del pesebre, el más humilde y el más grande de
los hijos de los hombres y el más pobre y el más
rico, el más débil y el más poderoso.
Os bendigo, porque os habéis
dignado descender hasta mí, para ser mi modelo en la práctica
de todas las virtudes, mi guía en las dificultades de
la vida y mí, consuelo en los días de aflicción.
Os amo, porque venís
a mí con amor infinito; con amor generoso, al que no cansan
mis ingratitudes; con amor obsequioso, que se anticipa a los
tardíos impulsos de mi corazón; con amor paciente,
que espera mi conversión para amarme más tiernamente
aun. Por eso, con el corazón lleno de agradecimiento,
de rodillas al pie de este lecho de paja, os adoro, bendigo y
amo, con todo el fervor de mi alma, y me atrevo a levantar mis
ojos hasta mi Dios, que se digna mirarme.