La fiesta de la Natividad renueva para nosotros los comienzos sagrados de la vida de Jesús, nacido de la Virgen María; y, al adorar el nacimiento de nuestro Salvador, se nos invita a celebrar también nuestro propio nacimiento como cristianos (San León Magno, Sermón 6, sobre la Natividad, 2-3)
En el humilde pesebre es en donde Jesús aparece más grande y
más glorioso.
Dios acababa de dar a la tierra un Salvador y en los brazos de María en éxtasis,
los Ángeles adoran al Verbo encarnado. ¡Que lección
para nuestra fe! El tiempo no disminuye la profundidad del misterio;
los siglos pasan por delante de este pesebre bendito, el cual
nos conserva y nos transmite el recuerdo del nacimiento de Jesucristo,
sublime y encantadora prueba del amor de Dios hacia nosotros!
Si vosotros no podéis olvidar vuestra madre, vuestra familia,
vuestra patria, cristianos no olvidéis al que ha nacido
para salvarnos.
Oración. Dios Todo Poderoso, que derramáis hoy sobre nosotros la nueva luz de vuestro Verbo encarnado, haced
que la fe de este misterio se infunda también en nuestros
corazones. Señor y Dios nuestro, haced del mismo modo,
te lo rogarnos, que celebrando con alegría la Natividad
de N. S. Jesucristo, merezcamos, por una vida digna de El, gozar
de su presencia. Así sea.
En el humilde pesebre es en donde Jesús aparece más grande y
más glorioso.
Dios acababa de dar a la tierra un Salvador y en los brazos de María en éxtasis,
los Ángeles adoran al Verbo encarnado. ¡Que lección
para nuestra fe! El tiempo no disminuye la profundidad del misterio;
los siglos pasan por delante de este pesebre bendito, el cual
nos conserva y nos transmite el recuerdo del nacimiento de Jesucristo,
sublime y encantadora prueba del amor de Dios hacia nosotros!
Si vosotros no podéis olvidar vuestra madre, vuestra familia,
vuestra patria, cristianos no olvidéis al que ha nacido
para salvarnos.
Oración. Dios Todo Poderoso, que derramáis hoy sobre nosotros la nueva luz de vuestro Verbo encarnado, haced
que la fe de este misterio se infunda también en nuestros
corazones. Señor y Dios nuestro, haced del mismo modo,
te lo rogarnos, que celebrando con alegría la Natividad
de N. S. Jesucristo, merezcamos, por una vida digna de El, gozar
de su presencia. Así sea.
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